viernes, 11 de diciembre de 2009

One Shoot ~















Recuerdo aquel dia lejano, como si hubiese sido ayer mismo.
Ese dia era uno de esos domingo calurosos, en pleno agosto, en los que ni por todo el oro del mundo te levantarías del sofá donde el aire acondicionado es tu mejor compañía, y la tele, tu aliado. Pero mama, como de costumbre, no soportaba verme allí tirada, aunque sigo pensando que es porque es ella quien quiere hacer lo que yo cuando no estoy. Sea el motivo que sea, me hizo vestirme y me echo a la calle, con la escusa de que a mi edad debía divertirme bajo los abrasadores, digo encantadores, rayos de sol. Asi que cogí mi monedero y a mi perro Scotti,un pequeño coquer, y salí a dar una vuelta al parque, que mas que eso, parecía un desierto, pues nadie endaba por allí a esas horas, e incluso los helados se derretían a tal temperatura. Cogí uno de los juguetes de mi adorada mascota y estuvimos jugando mientras la fuente mas cercana nos refescaba. Hasta que de pronto la pelotita cayó demasiado lejos, y Scotti, salió tras ella sin hacer caso a mi llamada. En esas circunstancias, no tuve otra que salir tras el,gritando su nombre desesperadamente, en vano, obviamente. Hasta que de pronto, choque con algo, o mejor dicho, alguien, y caí directamente al suelo. Me levanté rápidamente, con mis mejillas a un color rojizo,y los parpados cerrados con fuerza. Cuando estaba en pie, y sana y salva, abrí los ojos, y miré a mi alrededor, entonces vi a Scotti jugando con otro perro, semejante al del scottex, de un pelo largo y cuidado. Asi que cuando mi mente se aclaró, cai en la cuenta de que ese perro debía tener un dueño, el cual posiblemente, y por mucho que deseara que no fuese asi, seguiría ahí plantado mirándome y preguntándose de que planeta he caído para quedarme asi de paralizada. Giré la cabeza unos grados, y ahí lo vi. Lo que mas me impactó fue sus rizos, demasiado definidos y sus ojos, profundos e intensos.

- Lo siento. – Murmuró.- No te ví.
- No, la culpa a sido mia… mi perro salió corriendo y.. bueno.. – tras mi explicación tartamudeante ante la… ¿intimidacion? De esas dos perlas color chocolate, pero mas dulces si cabia, él sonrió soltando una pequeña pero amable carcajada.
- Parece que se llevan bien.- comentó. Asentí con la cabeza y me quedé observando su rostro, cada detalle. Sus labios eran un tanto gruesos y rosados, sus orejas respingonas, y bajo este, su cuello robusto, adornado con varios lunares que le hacían ver atractivo, y por el cual se dejaan ver varias gotas de sudor cayendo. Vestia casual pero elegante, con una camisa a cuadros y unos jeans con la medida correcta, ni muy ajustados ni demasiado sueltos, y unas all stars de modelo clásico.
- Por cierto, me llamo Nicholas.- Se presentó rompiendo el silencio y también mi particular inspección. Agarré su mano, agitándola.
- Yo Jessica, aunque todos me llaman Jess.- Le imité. Entonces se acercó a mi, y nuestras mejillas rozaron con el clásico saludo de los dos besos en cada mejilla. Como suponía su piel tersa, era tan suave como la lana. Al separarnos, nos miramos de nuevo, parecía que una conexión mediante cables invisibles nos hacia hablar sin palabras.
- Te parece si vamos a dar una vuelta? Parece que estos dos no van a querer separarse.- Señaló a los dos perros.

- Claro. – Asi comenzamos un paseos, por los caminos del parque.

Ese chico aunque algo serio, era muy divertido. Su sonrisa era la mas hermosa que jamás hubiera apreciado y su educación, superaba a la de cualquier hombre. Nos sentamos en un banco próximo, mientras el me invitaba a un helado, y los perros jugaban, nosotros seguíamos habalndo sobre nuestras vidas, y su gran y numerosa familia.


- Puedo llamarte Jessy? – Me quedé perpleja ante esa pregunta. ¿El porque? Sencillo.. a nadie se le habia ocurrido llamarme asi, por esa razón, me pareció original. Si, lo se, no era muy complicado hacer ese diminutivo, pero digamos que mis conocidos no son muy imaginativos.

- Si, Nicholas. – el rió.

- Llamame Nick porfabor, Nicholas suena demasiado mayor..


Y asi comenzó una hermosa rutina, en la que, dia tras dia, y gracias a mi madre, paseábamos al a nuestras mascotas juntos. Todo sucedió bastante rápido, los paseos, las llamadas… y de pronto, esa inocente amistad fue creciendo hasta trnasformarse en un amor. Hoy, ya ha pasado mas de un año desde ese dia, y su sonrisa, aun sigue dejándome sin palabras. No se porque nuestra foto me ha recordado a ese dia, pero ahora debo prepararme. Esta noche, hemos quedado. Si, Nick, es, además de todo lo que se nota a primera vista, un gran caballero, un romantico. Asi que la sorpresa de esta noche no es segura. Solo se que debo ponerme un vestido que ha llegado por arte de magia hasta mi habitación al despertar esta mañana. Tan solo queda una hora, asi que debo apresurarme. El vestido que llevo es azul, largo y con brillos, a juego con unos tacones negros y un bolsito de mano. Mi melena lisa suelta y un colgante adornando mi cuello. Me despedí de papa y mama, y me dirigi al lugar indicado, un italiano donde soliamos acudir a comer, pues la comida era exelente, y cada dia ofrecían un pequeño espectáculo de música, pero bien sabia, que hoy, domingo, estaba cerrado, y al llegar, el cartel de cerrado seguía colgado de la puerta principal, hasta que de pronto esa se abrió y un hombre de mediana edad, me dejó entrar. Tras poner el primer pie dentro este, desapareció. El lugar estaba oscuro, tna solo lo iluminaban la tenue luz de unas velas, que dejaban ver el rastro de un camino de petalos rojos y blancos de rosa. El lugar olia especialmente bien. Lo seguí, hasta llegar a la mitad de la sala, lo que antes habia sido el comedor, y justo en ese lugar, bajo la lámpara de araña apagada, habia una mesa iluminada con un gran candelabro, y dos sillas. Me snetñe enuna de ellas, y cogñi la nota que habia sobre mi plato. “ Domingo, un dia de festividad para todos, un dia para recordar para nosotros, el mejor dia de la semana para mi, pues me recuerda el momento, en el que el destino, decidió conducirme hasta ti. Te amo Jessy, jamás lo olvides. Nicholas” Cuando terminé de leerla, sintiendo mis ojos cristalinos, una melodía comenzó a sonar. Era un piano, que no podía ver a causa de la osucridad, pero que de pronto un potente foco acompañado por la voz de mi chico salió de la nada inunando cada rincón. Me acerqué hasa el al terminar la melodía, tirándome a sus brazos, a su cuerpo vestido con un esmoquin, y besé sus labios, que tanto añoraba, con sabor a melocotón.

- Te amo.- Susurró a mi oído.- Feliz domingo.- Si, realmente hoy no era una fecha señalada ni nada, pero a Nicholas le encantaba hacerme ese tipo de sorpresas, y relamente, a mi me encantaba recibirlas. Cenamos lo que un camarero que Nicholas contrató nos sirvió, y después nos quedamos solos acompañados por nuestra charla.
- Bailamos? – pregunté emocionada.
- Oh, venga, Jessy, sabes que no se bailar. – Me levanté, cogí su mano, lo puse en pie y nos subimos sore la tarima del piano – Ni siquiera hay música.- Me contradijo de nuevo. Ignorandole, puse sus manos en mi cadera y yo las mias en su nuca, y empezamos a tambalearnos al son de una melodía que el mismo tarareaba. El aire parecía estar impregnado por violines sonando al unisono. - Estas preciosa con ese vestido.- Sonreí.- Bueno, estas preciosa siempre.- Se corrigió, alce la vista mirándole a los ojos.- Me encanta, que aun con el tiempo que ha pasado, sigas sonrojándote.- Susurró creando un cosquilleo en mi oído. Las mariposas volaban siempre en mi estomago cuando el estaba cerca, y no importaba el momento o el tiempo, mi corazón siempre palpitaba mas rápido con el junto a mi. - Te he traido algo.- Metió la mano en su bolsillo y sacó una cajita.
- Que es? – Pregunté. Me ladió y yo la abri, en su interior habia un anillo, bñanado en oro blanco con un pequeño zafiro en el centro, y en su interior grabado: Siempre, Nessy. Sonreí y me lo puse. - parece uan propuesta de matrimonio.- Bromeé.
- Nosotros no necesitamos un papel que nos diga que estamos casados, porque si tu me lo concedes, estamos casados de corazón.- Dijo incando su rodilla en el suelo. Le miré sintiendo una lagrima caer por mi mejilla corriendo el maquillage.
- Si quiero.- Rei levemente. Se levantó situando el anillo en mi dedo, y me abrazó sonriendo pícaramente.
- Puedo besar a la novia.- Anunció el mismo. Asi, me cogió de la cintura e hizo danzar nuestros labios, a un compas lento que poco a poco se iva acelerando. Sus manos se las ingeniaron para submergirse bajo mi vestido con escote en la espalda, y comenzaron a acariciar mi piel dejando un rastro de llamas a su paso. Nuestros labios comenzaban a tornarse de un color rojizo, pero solo se separaban para coger oxigeno. Mis manos se divertían deshaciendo esos rizos que nada habían cambiado, y de vez en cuando me degustaba probando cada uno de sus apetecibles lunares. Pronto su chaqueta gue una carga que me molestaba asi, que la geje de adorno en el suelo y a esta le siguió la corbata y nuestros zapatos. Pocas velas quedaban todavía encendidas, y nosotros ya estábamos próximos al piano. Comencé a deshacer los botones de su camisa, uno a uno, tortuosamente, mientras el se dedicaba a descifrar el complicado broche de mi vestido. Cuando porfin tenia frente a mi su torso trabajado me alaeje unos milímetros, dejando que una brisa quitase un tanto el calor.
- Vaya, has ido al gimnasio? – Reí.

- No, sabes que odio esos sitios.- Me recordó, tras nuestra particular broma, conseguí hacer una llave en su cadera, y pasar sus manos por su pecho sintiendo su piel, todo un extasis para mi, mientras el agarraba todo el peso. Despues, me subió sobre el piano, y cuando ya no aguantábamos mas, decidimos pasar del broche y quitar el vestido de un tiron. Asi quedé de nuevo frente a el, sintiendo su cuerpo sobre el mio. El también se subió sobre elpiano, ¿Quién iva a decir que un instrumento musical daba tanto de si? Ataqué a su pantalón mientras me sentía poseída por el frenesí y sentía su sonrisa sobre mi cuello. Pronto toda nuestra ropa, exceptuando sus bóxers, hacia un bonito estampado abstracto en el salón. Jamas habíamos llegado tan lejos, no porque no tuviésemos ganas, pero ni lo habia pensado, ni habia surgido. Aunque parecía que esta vez nada lo iva a parar. Sus manos acariciaban cada parte de mi anatomía con una delicadeza impecable, y sus labios se paseaban a sus anchas, haciendo estremcerme, erizando el bello de mi nuca. Mordí el lóbulo de su oreja, y el dejo caer un pequeño grito de placer, lo cual me hizo reir, ese era su punto débil. Se separó un poco de mi mirándome, al igual que yo a el. Acarició mi mejilla, y sonrio.
- Te amo.- Susurró.
- Yo también, te amo Nicholas Jerry.- Proseguí, llevando mis manos al comienzo de su ultima prenda, bajándola lentamente ayudándome de mis piernas. Ambos nos quedamos cayados, aun con el encima de mi, sintiendo cada particula de nuestro ser llamando al otro a gritos sordos, mientras me besaba de nuevo, pero se volvió a separar unos milímetros para mirarme a los ojos, sonriendo, apartó un mechon de mi rostro, y besó mi frente,retirando la capa de sudor que se habia formado entre ambos.
- Estas segura? – Esas dos palabras en forma de pregunta me hicieron quedarme inmóvil. El frio del piano, lo sentía por primera vez. Etsaba segura de si queria darle lo único que no le podria volver a dar a nadie, lo que me hacia ser todavía una niña, algo tan importante como eso. La respuesta era sencilla, y si, si queria. No encontraba razón alguna para no querer, pues sabia que el lo era todo.

- Si.- Susurré a su oído, y volví a capturar sus labios. Al principio el estaba rigido pero siguió mi beso, y porfin me ayudo a retirar su ultima prenda. Cuando esta ya era una mas en la fiesta de ropa del suelo, sentí todo su cuerpo sobre mi, apollandose sin dejar todo el peso. Sus ojos se quedaron estaticos en los mios.

-Te amo.- Susurró d enuevo, besando mis labios. Con ternura, abrió mis piernas, para acomodarse, y con una ultima mirada como pidiendo permiso, sentí como dos personas, el y yo, se hacían una sola. Sentí un dolor insoportable en la zona inferior de mi anatomía. Arañé la espalda de mi amor, mientras intentaba calmar todo eso en un beso que no duro mucho, cuando ambos comenzamos a exibir gritos fuertes.

- Es-stas bien? – Preguntó ingenuo y preocupado. Asenti con la cabeza, y asi el movimiento demasiado lento, comenzó a acelerarse, hasta que de pronto, el dolor, se convirtió en placer, un placer que no existía ni si quiera en el mismo paraíso. Sus besos refrescaban mi piel ardiente, y no hubiese querido que eso terminara jamás. Nuestro amor ahora estaba físico, ahora estbaa completo. No se cuanto rato estuvimos allí, solo se que fue el mejor momento d emi vida. Al terminar, él cayó junto a mi, abrazandome a su pecho mientras el acariciaba mi cabello húmedo y besaba mi frente. Nos tapamos con su americana mientras nuestras respiraciones agitadas volvían a relajarse. Dos sonrisas que no desaparecían de nuestras cara, y tan solo el candelabro quedaba encendido.


- Gracias.- Susurró.

- A ti.

- Jessy, te amo, TE AMO! – Gritó a pulmon limpio mientras yo reia aun abrazada a el.

- Nick, jamás nos separaremos.
- Jamas.- Secundó. De pronto, una vibrazion bajo nosotros nos rodeó y de pronto ambos estábamos en el frio suelo tras un estruendo. Nos miramos atonitos, y después miramos a nuestro alrededor. El piano se habia roto de una pata.
- Eso.. vamos a tener que pagarlo.- Rió.

- Lo se.-

Y volví a besarlo. Así nos quedamos dormidos sin preocuparnos demasiado por el dineral que nos iva a costar todo eso tras una corta charla. Al despertar solo quedaba su camisa por allí junto a mi ropa. Me levanté y me puse mi ropa interior y su camisa. Vi la puerta abierta, y me dirigi a ella, la cual conducía a unas escaleras. Subi por estas, y llegué a una terraza. Todabia era de noche, y la luna llena iluminaba el lugar, junto a las estrellas. Nicholas estaba apoyado sobre la barandilla mientras una leve brisa movia su cabello. Me acerué a el por detrás, y lo abracé, haciéndole dar un respingo.


- Me has asustado.- Me regañó.
- Tan fea soy?- bromeé

- Tonta…- Se dio la vuelta y me besó para después quedar abrazados mirando las estrellas. – Si tu no fueses hermosa, el mundo seria en blnaco y negro, pues en ese caso, ni el mas bello de los paiusajes lo seria. –

Eramos jóvenes, y no sabíamos lo que el destino nos deparaba, pero solo sabia que ivamos a estar siempre juntos. Años después asi fue, tuvimos 2 hijos, gemelos, muy parecidos a su padre, y una adorable niña, el ojo derecho de Nick, Amanda,. Pero eso aun no lo sabia, solo disfrut.é de acada desgundo, cada riña, cada reconciliación, cada noche, cada dia, junto a lo único que daba sentido a mi vida, él, mi amado, Nicholas.

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